La Conquista de Méjico

Conflictos armados en la historia de la humanidad desde la antigüedad hasta nuestros días.
Pavía
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La Conquista de Méjico

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LA CONQUISTA DE MÉJICO.

A lo largo de los próximos post trataré de dar una visión de conjunto de la “campaña” por la conquista de Méjico por parte de los españoles al mando de Hernán Cortés.

En el primer post introduciré la campaña a partir del desembarco en las costas de Méjico y la destrucción de las naves que les habían llevado hasta allí (salvo una en la que nadie quiso volver), y de ahí seguiremos hasta la definitiva caída de Tenochtitlán.

La principal fuete bibliográfica es un añejo texto : “Grandes Conquistadores, Hernán Cortés”, de Jaime Jerez, círculo de amigos de la historia, edit. Crémille, 1972. Las razones para elegir este libro como base es el año de su publicación (en el que yo nací), que mi padre siendo yo niño me lo leía en voz alta los sábados lluviosos y por el regusto a folletín romántico que aún guardan sus páginas. Tal vez por ello el rigor histórico sea un tanto dudoso, por lo que espero que aportéis datos más exactos.

Estos serán los capítulos.
1º.- TLAXCALA
2º.- HACIA TENOCHTITLÁN
3º.- CONQUISTA PACÍFICA.
4º.- SECUESTRO Y CONQUISTA POR EL TEMOR
5º.- FACTOR DESIQUILIBRANTE: PÁNFILO DE NARVÁEZ.
6º.- LA SUBLEVACIÓN AZTECA.
7º.- LA NOCHE TRISTE.
8º.- OTUMBA.
9º.- LOS ESPAÑOLES SE REORGANIZAN.
10º.- OPERACIONES INICIALES CONTRA TENOCHTITLÁN.
11º.- EL ASEDIO. INICIO.
12º.- EL ASEDIO: BATALLAS INICIALES.
13º.- EL ASEDIO: PUNTO CULMINANTE.


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1º.- TLAXCALA

Una vez terminado el “teatro” de la destrucción de las naos, Cortés se apresta a iniciar su avance.
En Veracruz ha dejado como custodio al Alguacil Mayor Juan Escalante, con una guarnición aproximada de unos 150 hombres. El resto de sus hombres se concentran en Cempoala. Unos cuatrocientos infantes y trece jinetes, con el apoo de seis piezas de artillería.
La orden de marcha se da el 16 de agosto de 1519. Para el transporte de los distintos aperos, abastos... del “ejército” se cuenta con el auxilio de unos 1.000 porteadores proporcionados por el Cacique Gordo de Cempoala. También van, como muestra de buena voluntad, notables de la tribu de este Cacique.
El primer objetivo es dirigirse a la capital de los tlaxcaltecas, que estaban en guerra con el pueblo azteca y su líder Montezuma. Una maniobra para lograr el concurso de unos aliados que puedan paliar el exiguo número de las fuerzas españolas.
El primero de septiembre, la ciudad de Tlaxcala, envía una expedición punitiva a fin de cerrar el paso a los españoles de los que desconfía. El líder de esta fuerza es Xicotencatl el joven. Los españoles, aprovechando su superior armamento, vencen con rapidez y contundencia a esta tropa. Al día siguiente unos 40.000 indios (empiezan los números exagerados) tratan de atarcarlos por detrás, pero son reducidos y vencidos, produciéndose un total de 16 bajas entre los españoles, tan solo dos mortales.
Haciendo gala de buenas dotes de diplomacia Cortés envía a varios de los prisioneros notables capturados en estas dos acciones con renovadas demandas de paz y buena voluntad a Xicotencatl. Sin embargo este opta por una tercera batalla. Para ello concentra a nuevos contingentes de tribus tlaxcaltecas. Esta vez el número (sin entrar en la exagerada cifra de 50.000) debió de ser ciertamente considerable pues los cronista apuntan a que la desazón surgió en el campamento español a modo que muchos se confesaron y buscaron la absolución en vista de que iba a ser su último día.
El 5 de septiembre se produce este encuentro. Las bajas indígenas no se han contabilizado, posiblemente fueran alrededor del millar (con al menos dos centenares de muertos). Las bajas españolas fueron unas cincuenta, con tan solo un muerto.
El caudillo tlaxcalteca vuelve a intentarlo, esta vez al amparo de la oscuridad, pero siendo sus tropas rápidamente dispersadas (el fogonazo de las armas de fuego causo mayor inquietud en la oscuridad ampliando notablemente su efecto psicológico).
En el ínterin Cortés había permitido a grupos pequeños de indios tlaxcaltecas entrar en su campamento (aunque a alguno se les cortase las manos bajo la acusación de espías), a fin de que estos le cogieran confianza a los españoles).
Por fin los indios deciden enviar emisarios de paz. Pero la sorpresa se produce con la aparición casi simultánea de dos embajadas: una de los tlaxcaltecas y otra enviada por el mismísimo Montezuma.
Los hijos de Quetzalcoatl (esta era la creencia de los indios sobre la procedencia de los españoles) podían al fin sentirse satisfechos.
Cortés se decanta por la opción de los tlaxcaltecas, como desde el principio había planeado, ya que era prácticamente una rendición incondicional.





El 23 de septiembre Cortés y sus hombres entran en la ciudad de Tlaxcala. Pero el descanso será breve ya qué los españoles tienen su vista puesta en Tenochitlán. Y ahora, además, cuentan con el concurso del pueblo Tlaxcalteca para avanzar sobre el corazón del Imperio de Montezuma. Ciertamente la actitud de los aztecas hacia sus vecinos facilitaría la labor de derribar su imperio.

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2.- HACIA TENOCHTITLÁN

Los nobles tlaxcaltecas, nuevos aliados españoles, proponen la ruta que pasa por Huejotcinco. Por su parte los embajadores de Montezuma, que parecen desear acelerar la llegada de los emisarios de Quetzalcoatl, proponen el camino de Cholula, más corto y cómodo. Está será la ruta elegida por Cortés, que de esta manera pretende asegurarse la neutralidad de Cholula, para evitar dejar posibles enemigos a la espalda.


El 15 de octubre cortés pasa revista a su expedición, mirando con cierta desconfianza el nutrido grupo de aliados tlaxcaltecas, que, casi a última hora, decide no ha de superar los cinco hombres. Serán porteadores y de paso, tropas para cubrir los flancos.

La llegada a Cholula levanta el ánimo de los españoles debido al grato recibiendo y, cosas de la vida, a que la ciudad recuerda a muchos a Valladolid (pelín de imaginación sin duda le echaron). Como gesto de buena voluntad los auxiliares indígenas tlaxcaltecas han de quedarse fuera de la ciudad (recordemos que eran enemigos acérrimos). Sion embargo en pocos días la política indígena cambia de forma radical, y suspenden laentrega de víveres a los españoles, a la par que una embajada de Montezuma les llega negándoles la entrada ala capital del reino. De ahí se pasa a los “atentados de baja intensida”, tales como estacas en los paso fluviales, piedras que se desprenden de las casas...
Cortés temiendo y sublevación traza un plan. Decide decir a los caciques locales que se irá de la ciudad y que precisa de porteadores. Cuando estos les envía un número indeterminado de ellos (entre 500 y 1000) cortés los encierra a todos, con los caciques incluido, en un patio. Una vez allí son exterminados sin piedad. Después españoles y aliados se lanzan sobre el resto de la ciudad generalizándose la matanza. Se hbla al final de más de tres mil muertos.
La ira y la destrucción causada desmoralizan a los indígenas de los alrededores y llenan de dudas a Montezuma. Esta “acción preventiva” sería la primera de otras tan o más crueles que ensombrecen la conquista..

Cortés está decidido a recorrer los ochenta kilómetros que le separan de la gran capital antes de que los aztecas cierten a organizar una defensa eficaz. L paso de las montañas no fue difícil ya que los nativos aún estaban conmocionados por las noticias de Cholula y no se sentían con fuerzas para oponer resistencia. Así los guerreros de la región de huejotcinco no solo no se enfrentan a las tropas españolas sino que informan a Cortés que los guerreros de Montezuma se hayan apostados en la última cadena de colinas que separan las estribaciones montañosas del altiplano donde esta la capital.
Cortés parte a su encuentro decidido a vencerlos, pero el ejército enemigo, que ha tenido malos augurios, ha escapado.
La gran Tenochtitlán está al alcance de la mano. En Tlamamalco y Amacamema los españoles descansan durante dos días. Mientras cortés recibe a embajadas de los indios de los contornos que, en plan hay que congraciarse con el poderosos, no parar de desproticar contra Montezuma (y sin duda parte de esta mala fama se la tenía merecida). Pero más parecen relatos de colaboracionistas que de pueblos que buscan ser liberados.
En Auotcingo, en la laguna de Chalco, se reúne con el ejército hispano-indio Cacama (rey de Texcoco y sobrino de Moctezuma). Porta palabras de buena voluntad de su tío y el deseo de este de recibir a Cortés en su capital. Sin embargo deja deslizar que no es buen momento para la “visita”. Plantea que hay escasez de alimentos y que no es forma de recibir a los hijos de un dios.
Asombrados por las ciudades que van atravesando y la trabajada red de carreteras por la que se mueven los españoles siguen su avance hasta Coyoacán, donde la calzada avanza decidida hacia Tenochtitlán.
Por la calzada que unía el islote de la capital con Coyacán y Huitzilopochco llegaba una multitud deseosa de contemplar a los recién llegados (lo cual al principio alarma a los españoles).
Unos guerreros de lujosos atavío despejan la calzada, llega los cortesanos de los aztecas y tras ellos, después de una embarazosa pausa, el mismo Moctezuma (el Uei Tlatoani, el Ciuacoatl, la Mujer-Serpiente, pues el Señor y dueño de Tlattonatiuh, el mundo en que vivimos... lo de Mujer es porque tenía el privilegio de tener ambos sexos) Protector del pueblo Azteca.

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3º.- CONQUISTA PACÍFICA.

El 8 de noviembre de 1519 (453 antes de mi nacimiento, así en plan egocéntrico), aparece por primera Moctezuma ante los españoles. Sus vestiduras, a pesar de lo exótico, impresionan vivamente a los hombres de Cortés.
Palanquín dorado, bajo palio de plumas verdes entretejidas, con fleco de oro y sembrado de perlas y piedras finas. A su hombro un riquísimo manto, en su cuello colagada una enorme chalchihuitl (especie de esmeralda de poco valor para nuestros cánones). Cubriendo sus pantorrillas y brazos infinidad de ajorcas de oro y plata. Y el supremo signo de la realeza: los cactli, especie de sandalias con suela de oro y empeine de pedrería.
El cortejo real se detiene junto al templo de la diosa Tosí (madre de la tierra), semejando a los ojos de los desarrapados españoles una cascada de oro.


Los españoles se acercan en desplegados como para batalla, la caballería en descbierta seguida de los arcabuceros y ballesteros, porteadores en el centro, los infantes con rodelas y espadas, las piezas de artillería y, cerrando la comitiva, los aliados tlaxcaltecas.

Así se encuentran Cortés y Moctezuma frente a frente. El primero desmonta de su caballo con solemnidad, a la par el Uei Tlatoani (Moctezuma) hace lo propio. La traductora de Cortés (una india a la que llaman doña Marina). Cortés pone un hermoso collar en el cuello del soberano e intenta abrazarlo, lo que la india consigue detener, pues esto se considera sacrilegio). Después de las consabidas zalamerías y palabras de buena voluntad de unos y otros aztecas y españoles se internan en la ciudad.

La capital azteca impresiona vivamente a los españoles, alguno de los cuales calcula que en ella vivían “un millón de almas”. Su arquitectura monumental resulta impresionante en todos los aspectos. Montezuma invita a Cortés a la casa palacio que había pertenecido a su abuelo con estas palabras. “Malinche: en vuestra casa estáis. comed, descansad y habed placer, que luego vuelvo”. Así sin luchas los españoles han entrado en el corazón del mundo mexica... una daga acerada que, a medio plazo, aniquilará esta cultura.

Sin embargo Cortés no tiene muy claro en esos momentos quien domina a quién, a fin de cuentas está rodeado de fuerzas superiores en número, en ciudad ajena. así que opta por no bajar la guardia y pronto el palacio donde moran los españoles se asemeja a un bastión militar.
Por su parte el soberano no sabe a que atenerse (ni posiblemente hasta su muerte lo supiera). ¿Es realmente Cortés el enviado de Quetzalcoatl o el simple mortal que sus ojos han visto?. La indecisión le impide actuar con eficacia, de manera que no puede oponer todo su poder contra los extranjeros.

Pronto empiezan las fricciones por cuestiones religiosas, de protocolo, educación... los dos mundos no consiguen fraguarse pacíficamente... La codicia de los españoles crece día a día. A todo esto llegan alarmantes noticias de la costa donde una revuelta indígena, de seguidores de Moctezuma, prácticamente todas las tribus menos la adicta Cempoala. En la lucha muere el Alguacil Mayor de Villa Rica; Juan Escalante y seis hombre de su reducida guarnición. La cabeza de uno de ellos es llevada como presente al gran soberano, quien no puede por menos que entristecerse ante tan macabro presente y lo que significara. Cortés reacciona y, después de consulta con sus capitanes Velásquez de León, Ordás, Sandoval y Alvarado, así como doce soldados de renombre entre sus camaradas deciden: “con buenas palabras sacar a Moctezuma de su sala y traello a nuestros aposentos y decille que ha de estar preso, que si se altera a diere voces, que lo pagará con su persona”.

El 14 de noviembre (breve ha sido la paz) los españoles se arman con discreción y se aprestan a luchar. Una pequeña comitiva formada por Cortés, Sandoval, Pedro de Alvarado, Velásquez de León, Ávila y Francisco de Lugo, así como los traductores Aguilar y doña Marina, parten a “raptar” al Uei Tlatoani. Primero quemó sus naves, ahora se apresta a cruzar el Rubicón.


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4º.- SECUESTRO Y CONQUISTA POR EL TEMOR

La comitiva de los españoles permanece en la antesala del gran soberano mientras este se entrevista con Cortés. Moctezuma esquiva las preguntas sobre la revuelta hablando banalidades e incluso, al palpar la tensión del conquistador español, le ofrece a una hija en prenda de buena voluntad e incluso acepta enviar mensajeros para dener al cabecilla de la revuelta. sin embargo Moctezuma no se aviene a “alojarse” con los españoles, así durante cuatro horas hasta que, cansado de esperar, Velásquez de León irrumpe en la sala y dice aquello de “¿Qué hace vuesa merced ya con tantas palabras? O le llevamos preso o dalle hemos de estocadas”. Lo que es traducido de manera harto política al caudillo y soberano azteca por Doña Marina. Sin embargo el azteca se da cuenta de la velada amenaza y propone que sean tomados como rehenes su hijo y sus dos hijas. Pero al final Moctezuma ha de someterse y es llevado al palacio de su abuelo en calidad de invitado de los españoles... invitado en su propio reino, en su propia capital, en la casa de su abuelo... prisionero sin lucha.

El caudillo de la revuelta, traído a presencia de Moctezuma, es quemado como rebelde. el descontento en clase dirigente azteca debía de ser más que evidente. Hernán Cortés puede considerase ya como emperador efectivo, el Anáhuac lo llamaban los indígenas.

Los españoles ponen en marcha dos iniciativas
1ª Los españoles aparejan dos bergantines artillados con seis piezas artilleras, con los que pretende cerrar desde la laguna los tres accesos principales a Tenochtitlán.
2ª Atraerse al caudillo Cacama a su bando. en él había puestos sus esperanzas los aztecas.

Esta iniciativa fracasa y Cacama responde a los españoles con la promesa de acabar con ellos en cuatro días. Cacama está firmemente convencido de que no son dioses pues ha visto el cadáver de uno de ellos y de un caballo. La revuelta parece coger forma.
La posición de Cortés es difícil pues de salir a sofocar la revuelta dividiría sus escasa fuerzas dejándolas a merced de un ataque coordinado de los indígenas. Así que hace uso del “servicio secreto” de Moctezuma, unos asesinos que captura a Cacama. Al poco este y los principales caudillos rebeldes se hallan en grilletes en la capital azteca.

Cortés utiliza hábilmente a Moctezuma, que, en discurso ante los notables hace que estos juren obediencia al rey y emperador Carlos de España. Las creencias religiosas del soberano azteca le abocan al desastre. con grandes llantos los notables aztecas aceptan.

Las españoles, ahora más confiados, empiezan difirentes expediciones con distintos propósitos: búsqueda de nuevos puertos, sumisión de tribus aledañas... pero un único y real afán parece subyacer en todas ellas: la búsqueda del oro.

Sin embargo el descontento azteca actúa como una olla que acumula presión y no encuentra salida. A parte, la locura del oro mengua la capacidad de lucha de los españoles. Es en este momento cuando un nuevo personaje aparece en escena, desencadenando una cadena de acontecimientos que desembocarán en guerra abierta

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5º.- FACTOR DESIQUILIBRANTE: PÁNFILO DE NARVÁEZ.

Como decíamos la situación en la capital azteca se había vuelo explosiva, aunque con un extraño aspecto de calma tensa. La guarnición era realmente exigua, sobretodo cuando en abril de 1520 se aprestan dos expediciones al mando de Velásquez de León y Rangel, que fundarían las colonias de Coatzacoalco y Chinalta.

Sin Embargo la crisis se agudizará en Veracruz. Allí una flota de 18 naves, portando gran número de jinetes, había aparecido. En principio la noticia llena de gozo a los españoles, que ven así reforzada y casi consolidada su conquista. Pero lo cierto es que las noticias habían llegado por el sistema de correo nativo hasta Moctezuma, y este se lo había dicho a Cortés. ¿Por qué no se le habían mandado noticias por medio de un mensajero español?.

La razón era que la flota había sido aprestada por el gobernador de Cuba y Adelantado del Yucatán, Don diego Velásquez, a fin de apropiarse de todas las conquistas realizadas por Cortés y de paso, bien encarcelarlo bien quitarlo de en medio (obviamente no se llevaban precisamente bien).
Así que unos 1.400 soldados (casi el triple de los que Cortés había reunido al inicio de su expedición), contando con ochenta jinetes, ciento sesenta ballesteros y arcabuceros amén de numerosa artillería, así como 1.000 indios de las antillas que harían de porteadores, todo ello bajo el mando de Pánfilo de Narváez. a la expedición, y por mediación de Don Diego Colón Gobernador General de Santo Domingo, iría don Vázquez Ayllón, oidor de la Real audiencia de la Isla Española, a fin de evitar posibles trifulcas o luchas entre los españoles. Señalar que el oidor Vázquez Ayllón no tenía buen trato con Pánfilo de Narváez que, como comandante de la expedición, no resultó afortunado. Al poco de llegar a Veracruz, tras desoír los consejos de Vázquez, lo mandó encadenar y devolver a Cuba... lo que ciertamente se podría interpretar a posteriori como un insulto a leyes del Rey Carlos.

Al poco Cortés, realmente buen diplomático, inicia una campaña de acoso diplomático a los hombres y emisarios de pánfilo de Narváez, consiguiendo que algunos se pasaran a su bando.
A todo esto la tirante situación no había pasado desapercibida para los indígenas, que de asuntos diplomáticos tenían buena experiencia, con lo que la mirada “aterrada” ante los hijos de los dioses empieza a ser sustituido por una mirada de asombro (son solo hombres) y otra de ironía (y tienen problemas). cortés advierte el cambio de actitud en gran parte de la población indígena y siendo consciente de que son valientes como el que más (aunque sus armas sean netamente inferiores) propone la inmediata unión de las fuerzas españolas a fin de hacer frente común y sofocar las ansias de levantamiento.
Narváez, que no sabía realmente lo que se cocía, se mantiene firme en su misión primaria y solicita una rendición incondicional de Cortés. Por si fuera poco para Pánfilo de Narváez, muchos de sus hombres, estaban extasiados con las historias de botines y tesoros fabulosos que oían, con lo cual su jefe debería de haber sido más cauto, ya que más que enfrentarse a Hernán Cortés muchos pensaban en cómo pasarse a sus filas.

El 15 de mayo de 1520 cortés al mando de unos ochenta infantes sale de Tenochtitlán, dejando tan solo unos veinte hombres al mando de Pedro de Alvarado, con la misión de retener preso a Moctezuma. a la altura de Cholula se le unén las fuerzas de los capitanes Velásquez de León y Rangel, con lo que suma menos de trescientos soldados, con ellos unos cuatrocientos indios (de los 5.000 iniciales que al oír que combatirían contra el hombre blanco se pusieron oportunamente de “baja por enfermedad”, o el eufemismo al uso en la época.)

En Huacato se le une Sandoval con otros setenta hombres. Pero cortés marcha tranquilo, pues está bien informado del ánimo real que tienen las fuerzas de Pánfilo de Narváez.

La lucha se produjo el 20 de Mayo de 1520, y fue una operación casi de comandos. En mitad de la lluvia, al atardecer y rodeando al enemigo que confiado dormía (ya sé que parece extraño que una fuerza inferior rodee a la superior, pero es que el bueno de Pánfilo hacia honor a su nombre, y no había preparado medidas extraordinarias ni ordinarias, confiado en su superior número.
El joven capitán Pizarro (sobrino del conquistador del Perú), al frente sesenta infantes se apodera de un tirón de todo el parque artillero enemigo (apenas dispararon a la buena de dios 4 cañonazos). Velásquez de León, con otros sesenta hombres, ocupa con rapidez los cuarteles que estaban bajo el mando de Diego Velásquez El Mozo (sobrino del gobernador de Cuba). Mientras Sandoval con ochenta hombres cerca el templo donde Pánfilo de Narváez tenía instalado el cuartel general. Aquí la resistencia dura unos cuantos minutos hasta que Narváez es herido en un ojo y la lucha cesa de pronto. cortés se había mantenido atrás al mando de 20 hombres, la reserva para acudir a sofocar crisis... que no se produjo, pues la lucha no dio lugar a ello. Ni el peor de los caudillos aztecas habría opuesto tan magra resistencia.
Como consecuencia decir que las fuerzas de Cortés básicamente se triplicaron, aumentando sobremanera su parque artillero, de arcabuces (unos cien) y ballesteros (otros tantos).

Pero la alegría del triunfo apenas se pudo disfrutar. Los aztecas se habían decidido a mover ficha, muchos de ellos convencidos ya de que los españoles eran unos invasores como otros cualquiera.
La aparición de dos emisarios tlaxcaltecas, aterrorizados y muertos de fatiga, dieron aviso de que la paz aún era lejana, y las armas no debían de ser envainadas.



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6º.- LA SUBLEVACIÓN AZTECA.

Entre los balbuceos inconexos de los emisarios lo único que se pudo sacar en claro es que había problemas en la capital azteca. Al poco dos nuevos emisarios llegaron portando una carta de Alvarado, conocido entre los aztecas como el Tonatiuh (El Sol, ya que era rubio). Este relataba que toda la capital se había alzado y que, en compañía de un centenar de hombres, había conseguido atrincherarse en el palacio de Axayácatl. Narraba, asimismo, que ya habían muerto unos siete españoles, y que temía que si los indios lograban forzar la entrada la moral de sus hombres se derrumbaría lo que, seguramente, sería la perdición de todos.

Al parecer la chispa había saltado al impedir Alvarado el sacrificio ritual de un joven en la festividad del mes Toxcatl. Los aztecas, que tenían permiso para celebrar la fiesta por parte española pero no para sacrificar a nadie (vamos, como unos sanfermines sin toros), no se lo tomaron a bien. Además en las celebraciones se organizaban desfiles militares, lo que hizo que Alvarado se volviera más desconfiado y acabara chocando duradamente con la elite político y religiosa de la capital azteca.

Pedro de Alvarado.



Así que el capitán español, decide, alarmado por lo que ve, pasar a la acción y, al mando de unos sesenta hombres, da un golpe de mano en el interior del templo Teocalli. Allí, en su amplia explanada, unos quinientos sacerdotes y dignatarios y una multitud de varios miles de personas estaban allí concentradas. Cubriendo todas las salidas los españoles penetraron a sangre y fuego, y el mismo Alvarado calcula la masacre en unos dos o tres mil muertos. Lo que se le olvidó señalar es que con esta acción también murió cualquier posibilidad de amistad entre aztecas y españoles.

La ciudad entera, presa de la indignación , se alza contra los españoles, que apenas tienen tiempo de refugiarse. Por todos los barrios de la ciudad los tambores de guerra suenan ( tlapan huehuetl). El primer asalto estuvo a un tris de abrir brecha, pero las súplicas de Moctezuma a su gente consiguieron refrenarlos.

En este estado Cortés inicia el regreso, animoso aún, pero ciertamente contrariado. Además se daba perfecta cuenta que para la inmensa mayoría de los indígenas los españoles habían pasado de dioses a simples mortales brutales que llegaban con ánimo de esclavizarlos. El principal problema que se le plantea en esta segunda marcha a Cortés es como alimentar a los cerca de cuatro mil hombres que le siguen (entre balncos y nativos).

Al llegar a la ribera de los lagos de la capital Cortés empieza a darse cuenta de cuánto ha cambiado la situación. Ninguna delegación sale a su paso con palabras de buena voluntad... demasiada sangre ha sido vertida en la capital para que los indios se avengan a parlamentar. En Texcoco tan solo halló dos enviados de Alvarado, que le pusieron al corriente de la situación. El resto de la ciudad estaba desierta.

Cortés retorna a la capital un 24 de Junio de 1520, festividad de San Juan. Los indígenas les dejan pasar, mirándoles desde las puertas de sus casas con total indiferencia. Los asediados en el palacio vieron con alegría la legada de la salvífica comitiva. La conducta de Alvarado es reprobada por Cortés, aunque el solo hecho de nombrar a este personaje ya fuese un garrafal error, en este caso del propio Cortés.

Sin embargo al poco la ciudad vuelve a alzarse, al mando del hermano de Moctezuma, Cuitlahuatl, al que los españoles han soltado en muestra de buena voluntad. Sin embargo lo que hace es deponer a su pariente y que le nombren a él mismo Uei Tlatoani, lo que hace que la revuelta gane fuerza.

El 25 de Junio las hostilidades se reanudan. Los españoles, cuatrocientos al mando de Ordás, hacen una salida, pero tras morir algunos, ser herido el mismo líder, se ven sobrepasados y han de huir a la carrera. Cortés mismo encabeza una salida para cubrir la retirada y evitar el aniquilamiento de sus hombres.

Tras dos días de lucha, Cortés juega la baza de Moctezuma, al que convence para que intente tranquilizar a su pueblo. Sin embargo su aparición solo genera una lluvia de proyectiles, tres de los cuales le alcanzan. A los tres días, posiblemente más de pena que de sus heridas, muera el gran caudillo Moctezuma, cuya educación social y religiosa impidió que pudiera hacer frente efectivo a los invasores españoles, a los que, muy posiblemente, murió dudando aún si eran o no dioses.

El 28 de junio los españoles intentan abrirse camino con el concurso de cuatro móviles de asedio que han construido, pero el fracaso es total y solo con gran esfuerzo logran retornar a sus posiciones iniciales. Sin embargo Cortés, con el brazo roto, no se amilana y esa misma noche lidera un asalto a la calzada que, a través del lago unía la isla con la ciudad de Tocaba. Dos millares de peones indios se encargan rápidamente de demoler todos os edificios del camino para que así los españoles tengan un campo libre donde montar sus fuerzas y potencia de fuego, lo que reduce las posibilidades de ser arrollados por la indiada.

El 29 de Junio los guerreros rebeldes consiguen hacerse de nuevo con la calzada, para de nuevo perderlas.
Para el 30 las fuerzas indias parecen agotadas y la posición española sólida, pues el cerco está roto de facto. Sin embargo sus fuerzas españolas han menguado sensiblemente, con más de 70 muertos y 200 heridos.
Una comisión azteca llega con un mensaje de rendición, que Cortés acepta magnánimo. Sin embargo es una astuta treta de los indígenas, dispuestos a utilizar todas las tretas necesarias para liberar su patria. Los españoles bajan la guardia, volviendo al palacio, y la calzada es tomada de nuevo por los aztecas. Cortés los rechaza al cabo, pero ahora decide salir huyendo antes de quedar definidamente cercado.

Era el atardecer del 30 de Junio de 1520, la que se conocería como Noche Triste, del Espanto, o Tenebrosa.


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7º.- LA NOCHE TRISTE.

Cortés justifica la decisión de retirada en las súplicas de sus hombres, que fatigados y con muchos heridos no querían seguir luchando.

Los preparativos de la marcha se reducen a la construcción de una pasarela portátil para el cruce de las quebradas.
Después cometió un grave error, al dejar pista libre a sus hombres para que se llevaran lo que quisieran. Salvo unos pocos prudentes que tenían en más alta estima su vida que el oro, la mayoría se cargó con todo el oro y joyas que pudo. El quinto real fue cargado en acémilas y porteadores.

El cielo estaba cargado de neblina, de forma que apenas se veía a dos varas. La columna se pone en movimiento encabezada por Sandoval y Ordás. En el centro, al mando de Olid, Dávila y el propio Cortés, cerrando la comitiva el “quinto real”, algún notable prisionero y un gran número de españoles que apenas podían cargar con el oro que llevaban.





La primera cortadura es pasada sin problemas, pero no así la segunda, donde los aztecas aguardaban montados e canoas. Los españoles, en desesperada carga, logran abrirse camino. La vanguardia y el centro pasan, pero no así la retaguardia, que ha de ser auxiliada. Sin embargo la mortandad en entre estos hombres fue grande, muchos de ellos ni se defendían, y habrían muerto todos sin la intervención de la escasa hueste de Cortés.



En aquel pantano quedaron sumergidas las riquezas. Cubriendo la retirada , con escasos hombres, quedan Cortés y Alvarado (al que no por mal político hay que negarle un valor enorme). Por fin llegan a tacaba, donde se encierran en el Teocalli.

El recuento de bajas a la mañana siguiente fue desolador. Faltaban seiscientos españoles, contando un nutrido grupo que, hechizado por las riquezas, no había abandonado siquiera el palacio de Axayácatl. Más que posiblemente todos terminaran inmolados en el altar de Huitzilopochtli.

Este es el Balance de La Noche Triste.



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Pavia desde su base operacional de Ciaño


8.- OTUMBA.

De Tocuba el magro contingente español se pone en camino hacia Tlaxcala, a fin de reorganizar fuerzas (o de poner tierra de por medio, según se mire).
La columna tenía un lastimoso aspecto, como el de cualquier ejército en retirada, con una gran cantidad de hombres heridos, y moribundos, cuyo aspecto helaba la sangre del hombre más templado. El desánimo era general. La formación era sencilla, heridos al centro, en vanguardia y retaguardia dos reducidos grupos de hombres en condiciones de luchar. A lo largo de todo el camino podían ver como los guerreros de las poblaciones indígenas iban siguiéndoles, aumentando de número de manera constante, así como hostigando cada vez de manera más intensa la columna.
Los días 4 y 5 de julio descansan en Citlaltepec, que hallaron desierta. el día 6 sufrieron un fuerte ataque por parte de un grupo de guerreros mexicas, en el que los españoles pierden un caballo y Cortés es herido en la cabeza... lamentándose más de la pérdida del caballo que de su propia herida.

El 7 Julio iba a ser uno de esos días que entran para siempre en la memoria histórica de los ejércitos, esos días especiales en los que se forjan las leyendas. Y como tal ha de ser tratada esta jornada, pues los datos, en el mejor de los casos son confusos... más que nada porque entre los españoles los cronistas estaban más preocupados por su propia supervivencia que por anotar con exactitud lo ocurrido.

En su camino hacia Tlaxcala, la paticoja mesnada tenía que cruzar el llano de Apam, en la cercanías de la ciudad de Otumba. Al avistar el llano los españoles vieron claro cual iba a ser su destino: “la muerte”. Frente a ellos un enorme ejército azteca (algunos cronistas dan la absurda cifra de 200.000 guerreros), el mayor visto por los españoles (esto sí que es casi seguro) le cerraba el camino. Los españoles, a estas alturas 500 mal contados, heridos muchos de ellos, acompañados aún por un millar de auxiliares indígenas tlaxcaltecas, vieron morir sus esperanzas. Pero Cortés no se amilanó. Con cierto sentido de “héroe” no estaba dispuesto a vender su piel fácilmente... y además, desde un punto de vista estrictamente militar, se daba cuenta de que a campo abierto, la organización, tácticas y armamento español eran inmensamente superiores a las indígenas, por más que su número fuera abrumador. Podemos comparar este encuentro con las guerras zulús. En ellas, en combates consecutivos los británicos sufrieron una espantosa derrota, Isalwana, y una desesperada victoria en Rocker’s Driff (ver para ello “Amanecer Zulú”, y “Zulú” respectivamente).

La táctica española fue sencilla, y efectiva. Visto el número de los enemigos y la posibilidad de ser desbordados Cortés ordena a sus hombres que cierren al cuadro. Los mexicas lanzan carga tras carga, con el desorden típico de sus tácticas militares, mientras el cuadro español (buena, vieja y siempre leal infantería) mantiene la posición impasible. Sin embargo la situación no tiene salida práctica, el número de indígenas es abrumador y basta con que una sección del cuadro ceda para que el desastre sea total (y poca piedad podían esperar a esas alturas del invento por parte indígena). Pero una vez más la intuición de Cortés será un factor desequilibrante.
Conociendo a estas alturas de manera bastante precisa los usos de los aztecas, Cortés hace tiempo que ha localizado entre la indiada a su líder: Ciuacoatl, la “mujer serpiente” aunque era un varón recordemos el valor simbólico del título, comandante supremo de las huestes aztecas. Así es que tras dos horas de lucha Cortés ve al fin su oportunidad. el líder indígena, en una de las cargas, ha quedado demasiado cerca del cuadro, y cuando sus hombres reculan para reorganizarse, Cortés y otro pequeño grupo de valientes, haciendo uso de todos los caballos que le quedan, se lanzan de frente contra la posición del líder mexica. Cortés en persona le arrebata el estandarte (el Tlahuizmatlaxopilli) y Juan de Salamanca lo mata atravesándole con su espada. Un silencio sepulcral se alza en todo el campo indígena. Su Mujer Serpiente ha muerto, los hombres blancos tienen sin duda gran poder. La lucha cesa de inmediato y el contingente azteca se dispersa...



Muy posiblemente de haber continuado con su presión constante sobre el cuadro español abrían acabado venciendo. Insistir en que si la numerosa tropa azteca hubiera optado por continuar las emboscadas o buscar un terreno más cerrado su victoria habría sido más que probable. También, porque no, alabar el valor y la determinación de aquel grupo de españoles, sin esperanzas a miles de kilómetros de las tierras que les vieron nacer, dispuestos a no dejarse matar sin lucha y en demostrar que, aún en la retirada, eran gente de valor sin igual... algo que en los campos de lucha de Europa y el Mediterráneo iban a demostrar durante más de dos siglos, ganándose el respeto de enemigos y amigos. (Bueno, un toque nacionalista de vez en cuando tampoco viene mal).

Veamos ahora la sencillez con que Cortés narra esta jornada: “Con este trabajo (es decir, con los afanes de la lucha) fuimos mucha parte del día, hasta que quiso Dios que murió una persona dellos que debía de ser tan principal que con su muerte cesó toda aquella guerra.”

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9º.- LOS ESPAÑOLES SE REORGANIZAN.

Después de la inesperada victoria de Otumba los restos de la tropa española se dirigen todo lo rápido que pueden, aprovechando la desorganización del ejército mexica, hacia Tlaxcala. Este era territorio de gente amiga, pero Cortés, a fin de evitar malentendidos y excesos entre sus tropas, dicta órdenes severas de respetar la vida, enseres y demás de los habitantes de Tlaxcala (en su memoria estaban los excesos producidos en la capitas azeca)
El 12 de Julio entran en la ciudad, donde son recibidos cordialmente por los caciques locales Maxixcatzin y Xicontectal. Al fin pueden descansar tranquilos. Hacer notar que uno de los regresos más celebrados entre los indígenas fue el de Alvarado, al que Xicontectal considera su yerno (Ya que Cortés había cedido a Alvarado a la india Doña Luisa, hija de Xicontectal, cuando esta se la entregó como muestra de afecto y lealtad.)


En aquellos primeros días Cortés hace balance. Después de las graves pérdidas sufridas se encuentra como al principio, al menos numéricamente hablando. Pero hay tres cosas que le preocupan ahora sobremanera:
1º.- La baja moral de sus hombres.
2º.- La certeza de que ahora la resistencia azteca será denodada
3º.- Las rencillas y grupos que se han formado entre los supervivientes españoles.

Con todo Cortés decide seguir adelante confiando en la “grandísima bondad y misericordia de Dios que no permitiría que del todo pereciésemos y se perdiese tanta y tan noble tierra como para Vuestra Majestad (Carlos I) estaba pacífica y en punto de se pacificar.” Así que lo primero que hace es ganarse la voluntad de sus hombres uno a uno, poniendo en ello todas sus dotes innegables de líder. En poco tiempo los ánimos se serenan y la moral vuelve a subir.

El objetivo último de los planes de Cortés es más que obvio: Tenochtitlán. Pero esta vez planea una campaña cuidadosa, ya que ahora sí que conoce el terreno. Iría por etapas, dividiendo a los aztecas y haciéndoles perder su espacio vital, para al fin apoderarse de su capital.

La primera fase de su campaña tuvo lugar en el verano de 1.520, y terminó con la conquista de la región de Tepeaca. Fue muy importante el concurso de unos dos mil guerreros ofrecidos por los caciques Xicontectal y Maxixcatzin, a los que se les había dado un inicio de formación militar europea, armados con rodela y casco conseguían combatir en orden de veinte en fondo (obviamente no tenían la cohesión de los españoles pero en la zona y para las tácticas aztecas eran una formación formidable.).

Como nota de interés histórico es en esta fase de la campaña cuando Cortés introduce la novedad de hacer esclavos a los prisioneros, cosa muy al uso en la época en la zona y que para nada escandaliza a las poblaciones afines a los españoles.

A esta campaña siguen las de Cuauhquechollan, Ocuituco e Itzocan (en la actualidad Guacachula, Ocupatuyo e Izzacuan). De todos estos territorios, así como de la importante ciudad de Ocuituco son expulsadas las fuerzas aztecas.

Mientras la campaña avanza la situación logística de los españoles mejora notablemente. Con relativa frecuencia llegan a Veracruz barcos de Cuba o de Jamaica (curiosamente refuerzos para Pánfilo de Narváez que Cortés atrae siempre con rapidez).

Como curiosidad señalar el cargamento de hombres llegados en tres de estos barcos.
1º.- Sesenta hombres que padecían ictericia, a los que se les bautiza con el nombre de batallón de los “Panciverdetes”.
2º.- Cincuenta vizcaínos con treinta y siete caballos, “Lomos Recios” llamados por sus camaradas.
3º.- Diez caballos y cuarenta ballesteros, que habían sumado a su atuendo unos gruesos chalecos de algodón de los indios de las islas que resultaban eficaces para protegerlos de los diversos proyectiles indígenas. Estos hombres eran llamados los Albardillas.

Aquel buen humor reinante es señal de que los asuntos de la Conquista volvían a estar en plena salud. Cortés había renovado sus efectivos, dominaba territorios cada vez más extensos y disponía de buenos y fieles aliados. Ahora era hora de poner los ojos de nuevo en Tenohtitlán.


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10.- OPERACIONES INICIALES CONTRA TENOCHTITLÁN.

Tras la retirada española, más bien franca huida, los aztecas iniciaron una sangrienta purga de los colaboracionistas. Convencidos de que habían conseguido hacer retroceder para siempre al enemigo se concentraron mucho más en reordenar el reino, volver a legitimarlo, que en hacer planes efectivos para enfrentar la amenaza de Cortés y sus hombres.
El paso central se da el 7 de septiembre de 1520 cuando era elevado Cuitlahuac a la dignidad de Uei Tlatoani. Su sobrino Cuahutemoc (Guatimozín para los españoles), de apenas 18 años, asume el cargo de sumo sacerdote. En general se promueve a los altos cargos a los caciques y personalidades que se hubieran distinguido por su oposición a los españoles.

Pero, un factor imprevisto, trunca en gran medida estas acciones. Se desencadena una primera epidemia de viruela (enfermedad que en América no existía), que mata entre todos al recién elegido Uei Tlatoani, al que sucede su sobrino Cuatimozín, que de paso defenestra a los aspirantes por parte de Moctezuma (parientes que podían reclamar el trono). Esto, como es obvio, no ayuda a organizar de forma efectiva el reino para enfrentar la amenaza de Cortés... de ipso se crea el clima de una pre-guerra civil.

A todo esto la moral en la capital azteca no estaba muy bien, ya que los españoles habían empezado su guerra de conquista, y se acercaban a las puertas de Tenochtitlán, eliminando de forma efectiva cualquier ayuda externa que pudieran recibir.

En el campo español los preparativos se multiplican. Martín López, carpintero de la expedición, inicia la construcción de trece bergantines de poco calado, que pudieran navegar por las lagunas anexas a la capital, y que evitaran la eventualidad de cualquier ataque sorpresa de los aztecas. Este esfuerzo merece ser tenido en cuenta, como aval de la capacidad logística de Cortés, ya que los aparejos y piezas metálicas han de ser llevados desde Veracruz.

El 26 de diciembre se realiza en Tlaxcala una gran revista militar. Los españoles presentes suman:
1º.- Quinientos cincuenta infantes (80 ballesteros y escopeteros).
2º.- Unos cuarenta jinetes.
3º..- Nueve culebrinas (ciertamente escasas de pólvora)
4º.- Unos dos mil tlaxcaltecas, con un inicio de instrucción a la europea, y armados en parte con metal. Su misión doble: Apoyar a los españoles y transportar los bergantines.

Para el 28 de diciembre están en marcha. La única dificultad es la provocada por el agreste camino y el frío, pero la moral no se resiente sino que va en aumento ante la total ausencia de resistencia.
Texcoco es convertida en la base operacional. Después de la toma de esta ciudad se abre un compás de espera mientras se consigue poner en acción los bergantines, que Cortés cree fundamentales en su estrategia..

Los españoles se embarcan en una guerra de acciones rápidas mientras se ultiman los planes para la invasión definitiva. En esta fase queda claro que los tlaxcaltecas n o eran dados a la piedad, y exterminaban a los aztecas fueran guerreros, mujeres o niños. Con cada día que pasa os aliados indígenas se multiplican, lo que estira la logística española al máximo, y multiplica las acciones de castigo para con los saqueos poder mantener a la indiada que se le suma (ciertamente los aztecas se habían ganado muchos enemigos entre sus vecinos). Por cierto que se hizo la vista gorda con las costumbres antropófagas de los aliados (al menos de momento)

A finales de febrero los bergantines llegan a Texcoco, en espectacular procesión, ya que según los cronistas los cargaban 8.000 tamemes (porteadores), precedidos de 10.000 guerreros, y cerrando otros 10.000. Estos números se antojan exagerados, pero si que nos hablan de un fuerte contingente nativo. La guerra nativa contra los aztecas y tribus mexicas aliadas se generaliza. De esta circunstancia los españoles sabrán sacar buen provecho.


El 27 de Marzo de 1521 Cortés inicia conversaciones de paz con los aztecas, prefiere siempre la diplomacia a la fuerza... que se ven truncadas por la llamada de socorro de la ciudad de Chalco (rendida pacíficamente por Sandoval), que están cercadas por fuerzas aztecas dispuestas a hacerles pagar su defección al enemigo español. Tras esta noticia Cortés se decide definitivamente por la guerra, y el 5 de abril inicia la campaña.
Utilizando trescientos infantes, 20 caballos, y varios millares de auxiliares, Cortés rompe el cerco de Chalco y se propone “cercar” la capital tomando todas las poblaciones ribereñas. El objetivo cercar la laguna. La inmensa mayoría de los caciques locales, enemigos hasta entonces, abrumados por la fuerza del contingente invasor, se rinden sin lucha.

El 13 de abril es tomada, tras breve lucha, Cuauhnauac (Cuernavaca). Dos días más tarde asaltan Xochimilco, donde la resistencia es feroz, resistiendo durante tres días. La ciudad resulta arrasada. En esta acción son heridos Alvarado Y Olid.
Coyahuacán es el siguiente movimiento, pero las noticias de la última batalla han conseguido que los aztecas la abandonen en masa y se refugien en Tenochtitlán, lo que conviene a los palnes de Hernán Cortés.

Camino de Tacuba, ciudad de amargo recuerdo para Cortés, está a punto de perecer en una emboscada cuando iba en descubierta acompañado de 10 jinetes y cuatro mozos de espuela. Se salva gracias al sacrificio y arrojo de dos de esos humildes mozos, que cubren la retirada siendo capturados. Terminarían sus días en el altar de Huitzilopochtli.

La campaña se suspende, logrados los objetivos, por la escasez de pólvora del ejército. Sin embargo los azecas no podrán montar operaciones de recuperación debido a la presencia constante de los aliados indígenas de los españoles que, como buitres atraídos por la carroña, se enseñorean de las orillas de la laguna.

Este episodio se cierra con una conspiración de un tal Villafaña, que conjuraba para matar a Cortés y sus capitanes principales, a fin de darle el poder a Francisco Verdugo, cuñado del gobernador de Cuba (que recordemos no sentía especial aprecio hacia Cortés). Sin embargo son denunciados por uno de sus hombres (insistir en la atracción que sabía poner en práctica Cortés). Cortés se encamina de frente a los aposentos del tal Villafaña, al que le quita una lista con todos los conjurados. Sin embargo no hay represalias, ya que son personas notables y, en el momento de la campaña en que se encuentran, hasta el último hombre es necesario. Pero si que le hace crear una guardia de corps personal, a cuyo mando pone a Antonio Quiñónez (uno de los más afectos a su causa y persona). Esta guardia estaría compuesta por doce hombres totalmente leales.
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11.- EL ASEDIO. INICIO.

El día 28 de abril de 1521 puede ser considerado como el día en que el asedio a la gran capital azteca tiene su comienzo oficial. Este hecho viene marcada por la solemne botadura de los 13 bergantines. Los españoles están eufóricos, celebrándose una fiesta precedida de una ceremonia religiosa con comunión general (algo que no deja de ser curioso para sus numerosos aliados mexicas). A continuación Cortés pasa revista a las tropas. Como desde Veracruz habían llegado refuerzos y las pérdidas en la campaña alrededor de los lagos habían sido ínfimas los números que maneja el conquistador español son los siguientes:
* Ochenta y seis jinetes, que suponen una fuerza fenomenal a la que lso aztecas poco o nada pueden oponer.
* Ciento dieciocho ballesteros y escopeteros.
* Seiscientos infantes de pica o espada.
* Tres cañones grandes de hierro y quince culebrinas de bronce.
* En depósito se cuenta con la nada despreciable cantidad de diez quintales de pólvora.

Además el número de auxiliares era ahora abrumador. A los ya tradicionales tlaxcaltecas (con los dos mil con inicio de entrenamiento a la europea) se han unido contingentes de todos los alrededores, en especial de Choluba y Guajocingo. Estas tres naciones o pueblos habían formado una especie de coalición contra los aztecas, dejando a un lado sus rivalidades, y marchando al ritmo de los españoles (dejemos para otro lado lo acertado o no de esta decisión para su futuro como estados independientes.). Entre los caudillos tlaxcalteca, comandando uno de sus contingentes, iba Xicontecatl el Joven, al que Cortés decide vigilar de cerca pues en el pasado había mostrado su oposición a los españoles (como en la mayoría de los casos Hernán no anda descaminado).

El ejército queda dividido en tres cuerpos y una fuerza central de reserva.
1º.- Al mando de don Pedro de Alvarado: treinta jinetes, dieciocho escopeteros y ballesteros, ciento cincuenta infantes, y una fuerza auxiliar de unos 25.000 indígenas (estas cifras que pueden parecer exageradas lo que sí que demuestran es la unión a la causa española de las tribus y naciones indígenas que veían una buena ocasión de desquitarse de los aztecas que durante largo tiempo les habían sometido por la guerra y el terror). Su cuartel general queda establecido en la ciudad de Tacuba. En este ciuerpo se encuentran los hombres de Xicontecatl el Joven.
2º.- Al mando de Olid: Treinta y tres jinetes, dieciocho ballesteros y escopeteros, ciento sesenta infantes y unos 20.000 auxiliares. Su base operacional será Cuyoacán.
3º.- Al mando de Sandoval: veinticuatro jinetes, diecisiete ballesteros y escopeteros, ciento cincuenta infantes y unos 30.000 auxiliares. Su centro queda puesto en Iztapalapa. (plaza que no consiguió ocupar hasta el 31 de mayo)
4º.- Reserva al mando directo de Cortés: Al mando del resto de las fuerzas. Sesenta y cinco ballesteros y escopeteros, ciento cuarenta infantes, y un número indeterminado de auxiliares. Estos hombres serían también los encargados de formar las tripulaciones de los bergantines.

A groso modo cada bergantín contaría con seis ballesteros o escopeteros, seis infantes de arma blanca y doce remeros (puesto que obviamente nadie quería y que causó ciertos problemas, ya que no era el fuerte de los indígenas, a los que se optó por no embarcar)

Camino de Tacuba Alvarado se da cuenta que entre la indiada auxiliar que le acompaña falta alguien... nada menos que Xicontecatl el Joven. Extrañado y temiéndose los peor manda recado urgente para que se ponga en camino, pero el caudillo indígena hace oídos sordos. Cortés monta en cólera y, reuniendo o todos los caudillos de Tlaxcala, les informa que en España seste tipo de conductas se consideran como traición y que para ella solo hay una pena: la muerte. Los caudillos de Tlaxcala le informan a su vez que lo mismo ocurre en su pueblo, así que Cortés, tranquilizado por la postura de sus aliados más fieles a los que temía ofender, manda a un alguacil con escolta hispano-tlaxcalteca con orden de eliminar a Xicontecatl el Joven. El caudillo indígena, opositor a los españoles, termina sus días balanceándose en la cuerda de una horca.

El plan de Cortés de cercar la ciudad está en marcha. Por sus partes los aztecas están decididos a resistir hasta el fin, ya que los partidarios de parlamentar habían quedado escarmentados tras las purgas producidas. Guatimozín encabezará la resistencia desplegando, teniendo en cuenta los medios con que cuenta, una eficaz aunque condenada a la derrota pues ya no había apoyos exteriores, resistencia. La dura será dura, terrible, en muchos casos sin cuartel, y en ella se firmarán a la par que las páginas más épicas (descontando Otumba) de la conquista las más terribles. Nadie pedía ni daba cuartel.

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