La guerra relámpago: El blitzkrieg y la devastación de Europ

Debates sobre la segunda guerra mundial. Líderes militares, campañas, armamento, etc.
joaquintoledo
Nuevo Usuario
Mensajes: 1
Registrado: 16 Nov 2009, 22:54

La guerra relámpago: El blitzkrieg y la devastación de Europ

Mensaje por joaquintoledo »

La guerra relámpago: El blitzkrieg y la devastación de Europa

En cuestión de horas, a lo mucho días, el país atacado podía ser dominado casi sin oposición. La sorpresa, el fuerte de este tipo de ofensiva germana, podía ganar grandes extensiones de terreno, cortar las comunicaciones, y atacar en un todo combinado de tanques, divisiones motorizadas, infantería móvil y apoyo aéreo. Su impacto devastador, su increíble rapidez y su puntería extrema, desarmaban al ejército enemigo sin importar su número y tecnología. Europa, con terror, vio durante el inicio de la Segunda Guerra Mundial la profunda madurez de una nueva y espectacular forma de estrategia militar que conmocionó el continente: La Guerra Relámpago (o Blitzkrieg).

El término de la Primera Guerra Mundial había dejado ya en las fuerzas militares de todos los países participantes, varias cuestiones que deseaban utilizar en su provecho. Las largas y demoledoras campañas de las guerras de trinchera, el enfrentamiento cuerpo a cuerpo y la escasa utilización de unidades mecanizadas, eran cosa del pasado. El progreso y la importancia de las telecomunicaciones, la modernización de los aviones, los submarinos y los tanques de guerra, eran los nuevos puntos de interés. La derrota alemana en la primera conflagración mundial, que dicho sea de paso, dio lugar al arribo del nacionalsocialismo de Hitler, permitió a la Wehrmacht (Fuerzas Armadas Alemanes) financiar programas de investigación sobre nuevas tácticas militares.

El arribo del notable militar alemán Heinz Guderían (1888-1954), hasta entonces un general de escasa trascendencia, visionó los lineamientos generales del Blitzkrieg. Guderian, influenciado por ideas de teóricos como los ingleses Jhon Fuller y Liddel Hart, o militares como el ruso Mijaíl Tujachevsky y el francés Charles de Gaulle. Creía que la modernización y aligeramiento de los carros de combate, sumados a un acompañamiento celoso de las unidades aéreas, podrían conformar divisiones de ataque rápidas, poco numerosas, pero contundentes. Guderian se apropiaba de un conocimiento ya extendido incluso entre los aliados: La cada vez más necesaria compactación de las fuerzas. Muy pronto fue de común credo la conveniencia de tener en primera línea fuerzas reducidas pero muy bien compenetradas, más que enormes líneas de hombres difíciles de organizar.

Sin embargo, el tema del carro de combate aún seguía dividiendo a los teóricos. Los aliados, que desconfiaban de ellos, derivaron sus intereses a los tanques y aviones porque consideraban a los carros una fuerza subalterna, sin capacidad de ataque independiente. Guderian, para sorpresa de los demás generales, consiguió en 1933 que Hitler, recientemente elegido, apoyara su propuesta. Era evidente. El Führer, que apoyaba el rearme alemán y una nueva guerra, deseaba buscar formas de ataque rápido para no entrar en una guerra larga, un evento que un país pequeño y sin colonias, no podría soportar. Guderian le prometió la victoria si financiaba el proyecto pese al escándalo de los grandes generales, que consideraban demasiado innovador su proyecto. En 1934, el dictador observó los simulacros de ataque que los blindados realizaban en la base de Kummersdorf, y quedó convencido. Incluso, se cuenta que dijo. “Esto es lo que quiero: y esto es lo que tendré.”

La II Guerra Mundial: El verdadero teatro de operaciones
La guerra civil española y el apoyo de Hitler a las tropas de Francisco Franco fueron una magnífica oportunidad para ver en acción el poder del Blitzkrieg. Sin embargo, las pruebas realizadas con divisiones pequeñas, no podían ver del todo el potencial de la estrategia. Hitler, que ya había desoído las múltiples preocupaciones de los aliados por su evidente rearme, inició el fortalecimiento total de la Wehrmacht, en especial de la Luttwafe (Fuerza aérea) con la creación de los famosos Stukas, un avión bombardero cuya caída en picada sembraría el terror hasta la invasión a Inglaterra, donde fueran totalmente destruidas por la RAF (Real Air Force). El socio perfecto para las divisiones motorizadas (panzers) estaba casi completado. Habría que verlo ahora en acción.

De acuerdo a cálculos de generales alemanes, para completar la fabricación total del grueso de unidades que Hitler pensaba necesarias para la guerra, debía esperarse por lo menos hasta 1944. Incluso, por testimonios de muchos de ellos (incluido el de Guderian), nos refieren que su Führer prometió no iniciar la guerra hasta después de esa fecha. Pero muchos acontecimientos (en especial su anti-semitismo, su codicia y sus tratos con Stalin) lo llevaron a romper su palabra. Así, el 1 de septiembre de 1939, pretextando un ataque polaco que en realidad no existió, invadió Polonia al mismo tiempo que sus pares rusos se hacían de su frontera este. Sin embargo, lo sabían los propios nazis, Alemania no estaba completamente preparada para la guerra. Pese a ello, prepararon la ofensiva para inmovilizar los demás países europeos.

Hitler, optimista, aguardaba terminar la guerra en un plazo no mayor de dos años. Su inconclusa preparación no fue óbice a sus planes. Movilizando una fuerza total de 5 a 6 millones de efectivos en la primera fase, puso en jaque la resistencia polaca utilizando por primera vez su Guerra Relámpago. Con Guderian al mando, y pese a errores logísticos que minaron su poder, el rol del blitzkrieg pudo considerarse un éxito. Mientras la Luftwaffe y los stukas atacaban los puntos de comunicación aislando al país, las fuerzas terrestres motorizadas abrían surcos en las líneas enemigas y utilizando un movimiento de cerco, destruían la oposición. La velocidad del ataque impidió que el país pudiera defenderse mejor (muchos aviones polacos no pudieron despegar), y la destrucción masiva de puntos clave (locomotoras, talleres, hangares, emplazamientos militares, etcétera) dieron a Alemania una victoria total.

Francia y el desastre final: Las Ardenas
La sorpresa y la celeridad pues, se habían revelado como armas contundentes. El nuevo método de batalla, mejor organizado y ejecutado que en Polonia, conquistó en plazo récord Bélgica, los Países Bajos, Polonia, el Luxemburgo, Dinamarca y Noruega. En todos los casos, la estrategia era similar: Avanzando 150 kilómetros delante del ejército a pie, se internaban en el terreno al horizonte, a gran velocidad. Destruyendo todo a su paso, se plantaban delante de las líneas de defensa atacando especialmente los flancos, por lo general, mucho más débiles. Cuando divisaban un punto débil, desarrollaban su peculiar teoría del Schwerpunkt o punto focal (de máximo esfuerzo), en el que concentraban todo su arsenal a la vez.

Embestidas combinadas de tanques, infantería, aviones, carros y cañones móviles, abrían un forado y tras el quiebre, un sector quedaba en la zona para abrir una brecha mayor al mismo tiempo que las unidades menores de la retaguardia ultimaban al enemigo incluso con elementos aerotransportados. Tal cúmulo de fuerzas, imposibles en la guerra clásica, culminaba con las últimas dos fases: Un efecto de parálisis, por el que cercaban y reunían a los enemigos en un solo punto; y finalmente, el Kesselschlacht o batalla de la caldera, donde con movimientos concéntricos, los apresaban o asesinaban. La ofensiva que lanzaron para tomar Francia también en 1940, fue el más notable ejercicio de todos los experimentados antes.

Dominado todo el frente occidental, más la anexión de Italia al conflicto, el desaliento de los aliados ante tal muestra de poderío se propagó. Sin embargo, la fracasada ofensiva a Inglaterra de 1940 haría peligrar el prestigio alemán alcanzado. En ese sentido, es de particular interés la derrota de la Luttwafe y los stukas frente a la Royal Air Force británica y sus modelos hurrican y spitfire. El hecho era significativo. El blitzkrieg basaba mucho de su poder en el acompañamiento aéreo. Si éste podía neutralizarse, las unidades en tierra quedarían solas y serían más factibles de asaltar. Con el tiempo, se descubrieron las falencias de este sistema. La blitzkrieg sólo era efectiva ante defensas estáticas. Así era sencillo para ellas encontrar un sector frágil y enfocar en él su ataque. Pero cuando se les oponían ejércitos motorizados, dilatados en amplios territorios, los alemanes ya no podían realizar el cerco o romper los flancos.

La desastrosa campaña hacia la Unión Soviética resolvió el problema: Muy pronto se comprobó que la estrategia motorizada alemana tenían una dependencia enorme de los terrenos no muy accidentados y de buenas condiciones atmosféricas. Si el terreno para avanzar era excesivamente difícil, su despliegue era lento y con ello se terminaba el factor sorpresa, el corazón de su ataque. Arruinada su superioridad aérea, el perfeccionamiento de estrategias “erizo” se convirtió en la respuesta principal. Ésta consistía en refuerzo de los flancos, participación mayor de la artillería móvil y minado de los campos para evitar el anillo alemán. La pérdida del frente africano tras la batalla de El Alamein, y la consiguiente falta de petróleo, serían otro hecho decisivo. Solos nuevamente y con Italia neutralizada, los aliados tuvieron tiempo de preparar el desembarco más famoso de la historia: El de Normandía en junio de 1944.

Liberada Francia, el esfuerzo conjunto de todos los países avanzó imparable por todo territorio galo y tras la liberación de París (agosto de 1944), trasladaron el escenario de la guerra a la confrontación final: Las Ardenas (Bélgica). Esta batalla, la última gran respuesta de Hitler, fue en principio un gran éxito alemán; no obstante, la escasez de combustible para los tanques y la superioridad aérea aliada, los dejarían a menos de 100 kilómetros del objetivo final: Amberes. Vencido el ejército alemán y con los rusos avanzando sin oposición por el este alemán, la debacle estaba garantizada. Esta batalla marcaría finalmente, el desastre y la posterior derrota de Alemania y la toma de Berlín en abril de 1945. Los tiempos felices del Blitzkrieg, habían terminado.

Joaquín Toledo, especialista en historia universal, con amplia experiencia en investigaciones sobre Guerras y Conflictos mundiales. http://www.audiolibrosespanol.com/historia